Haikus – Naturaleza Artificial
Bertha Elena Artero
Se trata de una obra concebida para dos voces y electrónica, a partir de dos pequeños Haikus: uno en quechua, escrito por la compositora, Bertha E. Artero, y otro en japonés (un
Haiku tradicional perteneciente al patrimonio cultural nipón).
La novedad introducida en esta obra estriba en la utilización de las matemáticas para la estructura del texto. A cada palabra de cada haiku se le asignó un número, resultando 15
números naturales, los cuales se dispusieron en forma de matriz y, a su vez, de su matriz transpuesta. Se realizó una multiplicación de ambas matrices y, a partir de los números
resultantes en una nueva matriz, se estructuró el texto nuevamente.
La compositora, Bertha E. Artero, valiéndose de software de producción de audio, introdujo a esta nueva estructura del texto distintas alturas a las voces, además de transformaciones en la dirección y sentido (movimiento inverso, retrógrado, etc.) añadiendo sonidos de la naturaleza creados artificialmente (de ahí el título: Haikus, naturaleza artificial). El contenido de ambos Haikus está relacionado con el mundo natural (el fuego, el agua, una rana. Naturaleza, en definitiva) que, tras atravesar el filtro del intelecto humano (el lenguaje, la poesía) se transmuta hasta el límite en sonidos producidos por un ordenador.
Durante los duros meses de pandemia que hemos vivido todos, la necesidad de comunicación y de expresión de emociones inherente a todo artista se hizo aún más patente
y, sin las vías habituales para el desarrollo de esta necesidad de comunicación y expresiva de los artistas, todos hemos buscado, de una u otra manera, plasmar nuestros contenidos
en nuevos continentes. Una de esas herramientas, dada su naturaleza virtual, es la música electroacústica. El trabajo conjunto a pesar de la distancia realizado por la compositora Bertha E. Artero y la soprano Sara Sabag, ambas bolivianas residentes en Alemania y España, en sus respectivos Home Studios, ha dado lugar a esta pequeña muestra de un trabajo que puede dar muchos frutos. Experimentando con la voz, la música, las matemáticas y la informática. Todo ello, además, valiéndose de la cultura tradicional, heredada de nuestros pueblos, como son la estética de los Haikus japoneses y el idioma quechua adaptado a la estructura de los Haikus.
(Sara Sabag, Cochabamba, Bolivia. Septiembre 2021)